¿Por qué siempre tiene que existir un problema?
Y lo único que me atrevo a decir es que extraño el ayer.
Sí, extraño el ayer.
Siempre hay una equivocación, algo que no hicimos del todo bien.
Sin embargo, antes no era así, sólo importaba reír.
Y lo único que me atrevo a decir es que extraño el ayer.
Sí, extraño el ayer.
Ayer no había blanco, ni negro; no había malo ni bueno.
Ayer uno decidía si quería un gris, o quizás un azul.
Ayer uno no podía equivocarse, tan sólo sonreír.
Sí, extraño el ayer.
¿Por qué siempre tiene que existir una complicación?
Ayer uno vivía en un juego. Su juego.
¿Por qué siempre tiene que existir una preocupación?
Ayer uno, simplemente disfrutaba.
A veces vuelvo, y lo disfruto como nunca.
Sin embargo, sé que no puedo volver para siempre.
Me digo a mí misma, que debería vivir como ayer.
Sí, amo el ayer.
A veces lo recuerdo, y sonrío como lo hacía en ese momento,
y cuando lo recuerdo toda preocupación desaparece para mí.
Ayer no había blanco, ni negro; no había bueno ni malo.
Sí, amo el ayer.

A veces vuelvo a ese ayer, y veo a una niña riendo.
Y así es como debe ser.
¿Por qué esa niña desapareció?
Desearía que ese momento hubiera durado, tan sólo un poco más.
Sí, amo el ayer.
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