Cuando querés parar el tiempo para poder pensar un segundo, para tener un minuto de paz.
Cuando querés parar el tiempo para que, simplemente, no siga avanzando.
Cuando te sentís perdido, no sabés quién sos ni a dónde vas. Te sentís solo en el lugar equivocado y no sabés a dónde tenés que ir porque perdiste el camino. Pedir ayuda no es una opción, estás solo. No ves a nadie más que a tu sombra, y no sabés a dónde ir. Perdiste tu camino, no sabés quién sos. ¿Quién sos? El único que lo sabe, sos vos y tenés que encontrarte, encontrar el camino en ese mundo extraño en el que lo único que podés pensar es ‘¿qué hago ahora?’. No dejes que este lugar te atormente, tenés que seguir pensando claramente, tenés que encontrar el camino y miles de voces rompen en tu cabeza y lo único que querés es salir de ahí. Querés dormir y pedís que te despierten cuando todo haya terminado. Despiértenme cuando ya no haya más guerra. Y la única guerra que existe, está dentro tuyo y la única persona que puede pararla sos vos pero sentís que no podés, no tenés la fuerza. No querés intentarlo, por miedo a perderte más.
Querés despertar en cualquier lugar y no acordarte de nada y así poder volver a empezar. Y los minutos pasan, los días, las semanas, los años pasan y todo sigue igual. Seguís en esa pesadilla y todavía querés dormir y alejarte. Y el tiempo pasa y te sentís cada vez más solo y perdido. Y el tiempo pasó, pero ya te da igual.
Querés que el tiempo pase más rápido y que así termine todo, cuando esto cumpla su lapso de tiempo. Y cuando sentís que finalmente el tiempo se detuvo y no va a avanzar más, decidís buscar el camino y te levantás y buscás. Pero seguís perdido, ya es tarde. Ya no hay guerra y estás despierto. ¿Esto es lo que querías? Todo está igual que antes, simplemente todo terminó. Pero nada ha cambiado.
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